¿Volvimos a la época de Pablo Escobar?

Pipol, con el atentado a Miguel Uribe mucha gente está diciendo que volvimos a la época de Pablo Escobar, pero ¿eso sí es verdad? Píllense este video. 

Contexto

El sábado en la tarde le dispararon al senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay mientras daba un discurso en Fontibón, Bogotá. Ahí mismo capturaron al pelao’ de 14 años que le disparó y llevaron a Uribe Turbay a una clínica para atenderlo dado su estado crítico de salud. 

Y mucha gente está diciendo que volvimos a los 80 porque en esa década en el país había mucha violencia por el narcotráfico, Pablo Escobar, el Cartel de Medellín y por el genocidio de la Unión Patriótica. En esos años asesinaron a mucha gente del mundo político como a Jaime Pardo Leal (en 1987), Luis Carlos Galán (en 1989) y Bernardo Jaramillo Osa (en 1990), ponían bombas como al periódico El Espectador (en 1989) y pasaban muchas más cosas densas. 

Pero otra gente dice que Colombia nunca ha salido de la violencia, porque, entre otras cosas, todavía matan a líderes sociales. Según Indepaz, Solo en 2024 fueron asesinados 174 líderes sociales, políticos y ambientales, una cifra que viene subiendo desde el 2017.

No volvimos a los 80

La vaina no es tan sencilla. Para gente experta en seguridad y paz, este atentado no nos devuelve inmediatamente a los 80 porque en ese momento había muchas más víctimas y también había una lógica distinta detrás. El narcotráfico buscaba hacer parte de la política del país y como no lo lograba (o no del todo) decidía atacar de forma violenta.

Incluso, se atribuían ciertos crímenes, como por ejemplo el secuestro y asesinato de la periodista Diana Turbay (mamá de Miguel Uribe). Este lo hicieron Los Extraditables, un grupo de narcotraficantes liderados por Pablo Escobar que se oponían a la extradición a Estados Unidos, para presionar al gobierno y que eliminara la extradición.

Además, como dijo la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 2023, en una parte, el Estado es responsable del asesinato de más de 6.000 personas del partido de izquierda Unión Patriótica en los 80 porque pensaban distinto al establecimiento o corriente política predominante de la época. 

Pero, ahora, la situación con el atentado a Miguel Uribe es distinta: no se sabe muy bien quiénes son responsables de la planeación ni con qué objetivo lo hicieron. La Fiscalía ha dicho que proviene de una red de sicarios, que le pagan a gente jovén y vulnerable pa’ cometer estos crímenes. En parte, porque no son juzgados como adultos y también porque es más difícil que atrapen a los verdaderos autores del crímen. Todo un círculo de violencia. 

La vaina está muy heavy

No es porque sea Miguel Uribe Turbay o porque haya sucedido en Bogotá, es que la violencia política sirve como espejo de la sociedad. Para investigadores en seguridad y paz, el ataque a gente política también va en contra de sus ideas y de quiénes representa, no es un ataque porque sí y ya. 

Ese tipo de violencia ha crecido desde el 2019. La pipol de la Misión de Observación Electoral (MOE) dice que las amenazas, asesinatos, atentados y secuestros a la pipol política crecieron en 2024 frente a 2020. Aunque este tipo de casos no son tan conocidos porque suceden en municipios o ciudades más pequeñas, también son una alerta pa’ la democracia del país. 

¿Por qué está pasando esto?

El rollo es que con el acelere de estos días han salido varias teorías e incluso noticias falsas, propagando discursos de odio. Para la gente historiadora esto tiene una explicación. En momentos como este, suele ser más fácil decir cualquier cosa, sin importar si las respuestas son verdaderas o no y la gente suele pegarse a historias que ya conoce: como la violencia de los 80. Pero, es clave que entendamos por qué hoy en día es diferente. 

O sea, algunas de las causas de la violencia y el conflicto armado de hoy han mutado frente a lo visto hace 30 años: el conflicto es cada vez menos ideológico y más fragmentado (aunque sigue habiendo grandes grupos violentos y trasnacionales como el Clan del Golfo, también hay grupos delincuenciales pequeños y localizados). Pero algo que persiste es que en muchas zonas del país la lucha sigue siendo por el control de tierras, rutas o zonas y la plata que dejan los negocios ilícitos y eso es tremendo círculo de violencia. 

El discurso de odio complica mucho la vaina

A todo esto que les hemos contado se suma que cada vez es más frecuente que haya discursos y palabras violentas, sobre todo, en redes sociales. Aunque la violencia existía antes de las redes, estas plataformas han ayudado a que las personas cada vez estén más divididas y vean a otras personas como enemigas, por ejemplo en X (o sea Twitter). Quienes crean los algoritmos saben que entre más sesgos y segmentada esté la gente, es más fácil infundir amores, odios e ideologías. Literal, divide y reinarás. 

Todo este tema de la violencia política, social y económica en el mundo  requiere de una mirada mucho más profunda, más allá de la seguridad, pero aún más en países desiguales como Colombia. Diría una amiga economista nuestra, “seguridad sin desarrollo es una ilusión”. 

Como país tenemos que ver cómo hacer que haya oportunidades dignas de trabajo para la gente, que vivir del rebusque no sea el pan de cada día de mucha gente. También debemos preguntarnos cosas como por ejemplo, cómo hacer que las oportunidades de educación no sean privilegio de pocas personas y cómo llegarle como Estado, con desarrollo y oportunidades, a las regiones del país, más allá de las ciudades principales. 

La violencia tiene mucho que ver con las desigualdades. No es que una cosa justifique a la otra, pero sí nos da líneas de en qué enfocar la atención como país.

¿Qué fuentes consultamos pa’ este contenido? 

• 4 personas expertas en historia, políticas de seguridad y paz y economía. 
• 10 fuentes documentales entre comunicados, informes, sentencias, noticias. 

Agradecimientos especiales a Andrés Felipe Aponte, investigador en Global Initiative Against Transnational Organized Crime; Andrés Preciado, politólogo de Universidad Nacional sede Medellín y director de Conflicto y Seguridad en la Fundación Ideas para la Paz; Jorge González Jácome doctor en Ciencias Jurídicas de Harvard y profe’ de la Universidad de los Andes; y Paola Ángulo directora de Inversión Directa Extranjera en la Embajada Británica, por sus comentarios para desarrollar este contenido.